Vemos a diario las consecuencias en nuestra región, entre las que se encuentran las catastróficas inundaciones que afectaron a la provincia de Buenos Aires, los incendios en la Patagonia y en provincias como Córdoba o Corrientes y las sequías recurrentes. Es evidente, además, la reducción de la productividad de los suelos en las actividades agropecuarias, la contaminación por el uso de los combustibles fósiles y por residuos mal gestionados. Todo esto conlleva otro tipo de efectos, que se vinculan al deshielo en la Antártida por el aumento de la temperatura global, el aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos, la alteración de ecosistemas y pérdida de biodiversidad y los eventos climáticos extremos.
Frente a este escenario, las respuestas institucionales muchas veces llegan tarde o están fragmentadas. Mientras algunos organismos internacionales intentan contener la emergencia climática, la falta de conocimiento real y compromiso de muchas fuerzas políticas sigue siendo alarmante. Sin embargo, en este panorama desafiante, hay actores que comienzan a destacarse por su enfoque estratégico: el sector asegurador.
Recientemente, tuve la oportunidad de disertar en un en el segundo Global Sustainable Insurance Summit (Cumbre Global de los Seguros Sostenibles) en Long Beach, California, el cual fue organizado por el Comisionado de Seguros Ricardo Lara. Allí, compartí con superintendentes de seguros de Estados Unidos y de todo el mundo, con referentes académicos de prestigiosas universidades como Berkeley y Harvard, con funcionarios de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, el Foro Económico Mundial y el Environmental Defense Fund, y con empresarios de importantes compañías de seguros a nivel global.
La frase que más se escuchó en dicho evento fue “no alcanza”. No alcanza ya que nunca se llega a palear con el seguro de riesgo climático las consecuencias de las catástrofes. Las primas que se deberían cobrar son impagables, no alcanzan los recursos para afrontar esos gastos. No alcanza tampoco el dinero que se está invirtiendo desde los organismos internacionales. En este marco, desde la FNGA, trabajamos en identificar herramientas concretas de financiamiento para mitigar y adaptarnos a los impactos del cambio climático en nuestra región. Estamos analizando modelos como el Cap and Trade y los bonos verdes, que están en un desarrollo incipiente y parcial para la magnitud del daño climático que afrontamos.
Percibimos que actualmente más del 50% de las herramientas de financiamiento privado para proyectos verdes está vinculado a la comunidad del sector asegurador. Como ejemplo, en nuestra región tenemos casos como los pagarés verdes, que se colocaron en el Mercado de Valores de Argentina en septiembre, o las pólizas regenerativas que están dirigidas a la agricultura regenerativa, generando beneficios para aquellos productores que apuesten a las Buenas Prácticas Agropecuarias.
Hoy, el 5% de los fondos de reserva o garantía de las aseguradoras deben estar destinados a PyMES. Nuestra propuesta es que al menos entre un 20% y un 40% de esos fondos se destinen a iniciativas verdes. Esto podría traducirse en un fondo de gran magnitud que financie desde programas de movilidad sostenible, hasta grandes desarrollos de proyectos de transición energética, a través del impulso a los biocombustibles de segunda y tercera generación y al biojet.
Este proceso, que ya se está comenzando a probar en distintos países, podría escalar y aplicarse en Argentina. En la Cumbre de Seguros propusimos la creación de un fondo fiduciario internacional, alimentado por esta dinámica desde los sistemas de seguros y complementado por banca multilateral como el BID, CAF o incluso el Banco Mundial. Una herramienta concreta que permita bajar las tasas de interés para proyectos verdes. Estas iniciativas muestran cómo el sector asegurador puede ser un aliado estratégico: no sólo indemniza después de una catástrofe, sino que trabaja para evitarla. Las compañías de seguros están entendiendo que su rol debe ser activo, invirtiendo en prevención y apoyando la transición hacia modelos productivos sostenibles.