Más allá de las críticas al gobierno y las chicanas políticas hacia Axel Kicillof, Cristina dio dos definiciones trascendentes. Una es sociológica (los que se fueron con Milei y están defraudados no estarían volviendo al peronismo) y otra conceptual: una nueva “estatalidad”, pasando del “Estado presente” al “Estado eficiente”. Ambas cosas dan mucha tela para cortar.
El primer tema alumbra las dificultades que, en general, está teniendo el peronismo de ella para captar los desencantados con todo. ¿Se quedarán en la casa? ¿o irán aunque más no sea para manifestar su enfado con la LLA? Pero más allá de expresar un voto castigo en octubre, ¿hay una nueva propuesta política, más contemporánea, no nostálgica y realista sobre lo que debería ser el modelo económico alternativo al de Milei?
Aquí entra el segundo tema, que es un giro significativo desde un sector político que siempre auspició un modelo “estadocéntrico”, desconfiando de la capacidad de la iniciativa privada para generar riqueza y distribuir bienestar. En ese punto, ¿se pone a la derecha de Kicillof, cuyo entorno se reconoce marxista en la intimidad?, ¿qué significaría para el sistema de alianzas políticas, económicas y sociales que cultivó el cristinismo en los últimos 15 años?, ¿se lo bancarán?, ¿adherirán públicamente, o les hará ruido?, ¿será algo como el giro hacia el desarrollismo que ensayó Perón post 1952, advertido de las limitaciones que había tenido la primera etapa?
Eso lleva a un tercer punto, políticamente muy relevante para la puja intra kirchnerista: ¿será Cristina la que finalmente componga la “nueva canción” que pidió Kicillof en 2023 y que recibió duras críticas por parte de La Cámpora? Porque el gobernador planteó ese título hace dos años y no pudo, no supo o no quiso componerla. Un aspirante a líder no enuncia la necesidad: la satisface directamente, dando a luz un nuevo relato, una nueva propuesta política, que no solo marque diferencias metodológicas o sea la expresión de un debate sobre espacios de poder y candidaturas. Por eso la jefa repitió el 25 de mayo que había que dejar de ser militantes electorales, para volver a ser militantes políticos. Es decir: pensar estratégicamente y ejercer la conducción política. A partir de eso, se leerá con lupa todo lo que haya dicho y hecho Axel en el lanzamiento de su corriente “Movimiento Derecho al Futuro”. ¿Esa será su nueva canción?, ¿tendrá algún correlato sobre la orientación de la gestión o marcharán por carriles distintos?
Nueva presión
Ella, después de haber cedido en varios puntos de discusión con los disidentes, vuelve a presionar para unificar las elecciones. Dado lo avanzado hasta acá en esa materia (levantamiento de las primarias, cronograma acordado, negociación con la junta electoral provincial) suena más a maniobra de desgaste y excusa política por si hubiese una derrota el 7 de septiembre en territorio bonaerense.
Existe cierto consenso en La Plata respecto a que, más allá de los tironeos que haya de acá al 19 de julio cuando se inscriban alianzas en la provincia de Buenos Aires para la elección adelantada (si es que no se cae el desdoblamiento) habrá tregua en el kirchnerismo para mantener la unidad. Pero eso no significa que cada uno evitará volver a su trinchera post 26 de octubre, para definir el conflicto a su favor.
Muchos dicen que Kicillof llevará la situación al extremo para que se rompa UP y alumbre una nueva coalición progresista, con sectores radicales, por ejemplo, y así distanciarse definitivamente de CFK. Hasta acá viene dando más pasos de los esperados, pero de ahí a armar algo distinto, partiendo el peronismo bonaerense, es más complicado. Son muchos los actores involucrados que no quieren que semejante discusión tenga traducción a nivel local, complicando la situación de los jefes comunales. Veremos qué dice la opinión pública, si prosperase semejante experimento.
Todos en Unión por la Patria saben que una derrota el 7 de septiembre puede traer una ola imparable el 26 de octubre, y eso signifique un jaque mate. Pero también son conscientes de que una derrota libertaria pondrá en aprietos al modelo económico, ya que muchos operadores financieros y tenedores de bonos caerían presa del pánico de un regreso del kirchnerismo en 2027. Eso podría hacer colapsar todo el esquema financiero construido hasta acá, por expectativas negativas, más allá de los datos objetivos de la macroeconomía. Y por eso, también, la mirada está puesta sobre quienes serán las terceras y cuartas opciones que fragmenten el voto eventualmente oficialista.