La presión sobre las provincias con cambios tributarios demuestra la intención de Nación de que nadie asome la cabeza en una eventual recuperación económica
Por Facundo Borrego
El presidente Javier Milei no da puntada sin hilo y mueve los resortes del Estado -ese que desprecia- para cambiar estructuralmente los esquemas y lógicas hasta ahora constituidos. La cuestión tributaria es una de sus armas, que manipula con temeridad para cambiar las relaciones de poder con las provincias, como es el caso de Santa Fe.
El año inicial de su mandato se fue entre la motosierra a los recursos federales y cooptación de voluntades a gobernadores de finanzas débiles. El 2025 directamente se pintó la cara contra las provincias. Profundizó el término de degenerados fiscales, que en una primera instancia hacía foco en el poco ajuste de los gobernadores, y en su segunda etapa apuntó a los impuestos provinciales.
Ahora va más allá y se empieza a desprender una lectura, algo maquiavélica, sobre el verdadero interés de Milei y compañía. Ante una posible reactivación, la idea es que no se permita que las provincias y los municipios lo usufructen y se lleven cartel, sobre todo Santa Fe, que confronta el modelo nacional.
El gobierno nacional bajo su lógica de un esquema de control político con su subordinación económica y por confrontación de modelo, posiblemente vaya a un proceso de quitarles o vedarle a los gobiernos provinciales los beneficios de la recuperación económica en sus finanzas.
¿Cómo? Con discusiones de reducción de impuestos que se coparticipan o con mecanismos que generen presión sobre las provincias para que bajen la carga tributaria, pero que de paso se desfinancien.
El ejemplo claro es el ataque a los ingresos brutos que cobran las provincias, los cambios de Ganancias para este año que afectan la recaudación provincial, los amagues con cambios en la coparticipación, y el nuevo modelo de IVA que propone donde se quedaría con el 9% y el resto que se arreglen las provincias con toda la complejidad e incertidumbre que destila.
El perfil ayuda a esta idea: con carretel en la propuesta de ajuste por el solo hecho de ajustar, además de una tendencia al control político desde arriba hacia abajo, más un protagonismo económcico con avales, podría privar a quien asome la cabeza en una eventual recuperación económica. Mientras no llegue la misma, también se le pone un cepo.
Ir a un Estado mínimo parece seguir siendo su faro porque sigue rindiendo a sus bases y quitándose responsabilidades de todo tipo. La pregunta es hasta cuándo aguanta no poner un peso en cuestiones básicas como rutas o infraestructura. ¿O esa bala ya entró y nadie nunca lo impugnará en tal desidia política?
La realidad es que al proyecto Milei no le es funcional gobiernos con autonomía, que se puedan solventar a sí mismos bajo la lógica de otros modelos. Por eso Santa Fe asoma con equilibrio fiscal pero con inversión. Lo repite el gobernador Maximiliano Pullaro y lo dejó en claro en el corazón del círculo rojo nacional y estadounidense en la AmCham, la cámara de empresas norteamericanas.
En rigor, no quieren convivir con estados subnacionales que puedan mostrar una dinámica de inversión y producción con cuentas en orden. Un modelo mal visto por Nación y que también lo deja en offside.
“Creo que hoy, al mostrar que tenemos equilibrio y al mismo tiempo tenemos inversión pública, somos una realidad incómoda”, dicen en la Casa Gris. Luego agregan: “Nación dice que el precio del equilibrio fiscal es anular la inversión pública, y que alguien demuestre que se puede estar en equilibrio y al mismo tiempo tener una inversión pública, cuestiona su verdad”.
Hay todo un ida y vuelta en el vínculo de Nación y Santa Fe. Por momentos es una oposición selectiva. La confrontación es por las diferencias de modelos y por las intromisiones en las facultades de la provincia. El ejemplo fue el virtual blanqueo de los dólares del colchón que Santa Fe aprovechó para manifestar su posición de liberalismo pero no con los malos, lo contrario a Nación que dice liberalismo para todos.
En conclusión, se vienen cambios profundos, no solo normativos sino en el esquema de poder, y Santa Fe lo sabe y se prepara. Dos años y medio de gestión de Milei con el objetivo de que no le crezcan enanos.